▼
Misterios
gozosos
Misterios
luminosos
Misterios
dolorosos
Misterios
gloriosos
Mensajes
de Fátima
Nuestra misión
Propagar la devoción al Inmaculado Corazón de María y al Santo Rosario, ayudar a la meditación de los misterios mediante imágenes, secciones del Evangelio y de la liturgia a los que se pueda acceder en forma fácil, mediante todos los medios electrónicos, en todo momento, sin importar de donde.
«No hay problema, por más difícil que sea, sea temporal o sobre todo espiritual, que se refiera a la vida personal de cada uno de nosotros, de nuestras familias, sean familias que viven en el mundo o comunidades religiosas, o a la vida de pueblos y naciones, no hay problema, repito, por más difícil que sea, que no podamos resolver rezando el Santo Rosario. Con el Santo Rosario nos salvaremos, nos santificaremos, consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas.
Y entonces, tengamos devoción al Corazón Inmaculado de María, nuestra Santísima Madre, considerándola como sede de la clemencia, de la bondad y el perdón, y como puerta segura para entrar al Cielo».
Lucía al padre Agustín Fuentes, 1957.
«El Rosario es de todas las oraciones, la más bella, la más rica en gracias y la que más complace a la Santísima Virgen. Si deseáis paz en vuestros corazones y en vuestros hogares, rezad diariamente el Santo Rosario».
San Pío X.
«Al considerar atenta y devotamente las virtudes de Jesucristo en los quince misterios de su vida, los fieles hermanos del Rosario se hacen semejantes a su divino Maestro, con el auxilio de su gracia y por la intercesión de la Virgen María».
San Luis María Grignion de Montfort.
«Cada misterio de la vida de Cristo contiene una virtud secreta que es comunicada a aquellos que lo meditan con fe y amor».
Santo Tomás.
«El Rosario es un perfecto resumen de la doctrina evangélica».
León XIII.
«El hecho que, en las apariciones de Fátima, Nuestra Señora, tenga en sus manos el Escapulario "significa que Nuestra Señora quiere que todos lo usemos". El Santo Padre declaró que el Escapulario es un signo de consagración al Inmaculado Corazón. El Escapulario y el Rosario son inseparables».
Lucía de Fátima.
«El Rosario es una contemplación unida a la oración vocal».
San Luis María Grignion de Montfort.
«¿Desean librarse de las malas costumbres, retomar el noble camino de las virtudes, obtener victorias absolutas sobre los enemigos de su salvación, morir en paz e ir al cielo? Dedíquense a reveer sin pausa los misterios de la vida y de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo».
San Alberto Magno, Doctor de la Iglesia.
«El Rosario inunda el alma de aquellos que lo rezan de una santa felicidad que se renueva sin cesar».
León XIII.
El gran poder de la oración
«Jesús les respondió: "Les aseguro que si tienen fe y no dudan, no sólo harán lo que yo acabo de hacer con la higuera, sino que podrán decir a esta montaña: "Retírate de ahí y arrójate al mar", y así lo hará. Todo lo que pidan en la oración con fe, lo alcanzarán» (Mateo 21, 21-22).
«No se angustien por nada, y en cualquier circunstancia, recurran a la oración y a la súplica, acompañadas de acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes en Cristo Jesús» (Filipenses 4, 6-7).
«Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que la pida a Dios, y la recibirá, porque él la da a todos generosamente, sin exigir nada en cambio. Pero que pida con fe, sin vacilar, porque el que vacila se parece a las olas del mar levantadas y agitadas por el viento. El que es así no espere recibir nada del Señor» (Santiago 1, 5-7).
«Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá» (Mateo 7, 7-8).
«Esten siempre alegres. Oren sin cesar. Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús» (1 Tesalonicenses 5, 16-18).
«Tenemos plena confianza de que Dios nos escucha si le pedimos algo conforme a su voluntad. Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido» (1 Juan 5, 14-15).
«Por eso les digo: Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán. Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados»
(Marcos 11, 24-25).
«Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración» (Romanos 12, 12).
«Invócame y yo te responderé, y te anunciaré cosas grandes e impenetrables, que tú no conocías» (Jeremías 33, 3).
«Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mateo 6, 6).
Un lindo cuento - Un mensaje serio
«Una mañana, un padre de familia llega a la entrada del Paraíso y toca la puerta. "Te estaba esperando, te abro enseguida", respondió San Pedro. Detrás de la puerta, el apóstol abre un cajón y se pregunta: "¿Dónde puse la llave? Hace poco tiempo estaba allí". Pero lamentablemente no la puede encontrar.
Se presentan a continuación una monja y luego una madre de familia. San Pedro comienza a alarmarse: "Por el amor de Dios, les dice, no hagáis tanto ruido, porque si Jesús se da cuenta de que he perdido la llave, me quitará la función de portero y teniendo en cuenta que esta función la he llevado a cabo por dos mil años, se me cae la cara de vergüenza". La fila de espera seguía alargándose... San Pedro seguía sin encontrar la llave.
Finalmente, se presenta una viejita, vestida toda de negro, que, para sorpresa de todos, exclama: "¡Pero la llave, yo la tengo!" Inmediatamente la larga procesión de almas se divide en dos filas entre las cuales avanza la abuela, celebrada y saludada por todos. Al llegar a la puerta, mete la mano en el bolsillo de su delantal, toma su Rosario y desliza la pequeña cruz en el ojo de la cerradura. La puerta se abre. Entonces, todos alegremente, comienzan a cantar alabanzas a Dios.
El cardenal agrega: "Vosotros tenéis la llave del Paraíso en vuestras manos. Rezad el santo Rosario"».
«Recemos el Rosario, solos o en familia. Es la oración bíblica más hermosa. El Padre Nuestro, nos fue enseñado por Jesús; las palabras del Ave María, fueron inspiradas por el Espíritu Santo. Los misterios del Rosario meditados e internalizados nos ayudan a profundizar la Biblia. El Rosario rezado en familia es una especie de liturgia doméstica».
Dos partes de la homilía del domingo 10 de julio de 1977, Fátima.
Cardenal Albino Luciani (que luego, el 26 de agosto de 1978, fuera elegido como papa, Juan Pablo I).
Oración y sacrificio
Son los dos medios para salvar al mundo, Lucía de Fátima.