Mi verdadera Madre del Cielo.
«Después de seis años de grandes pruebas, el 26 de agosto de 1923, Nuestra Señora me visitó nuevamente.
Me dijo que aceptaba ser mi verdadera Madre del Cielo, pues había dejado a mi madre terrenal por amor a ella. Nuevamente me pidió rezar y hacer sacrificios por los pecadores, reiterando que muchos de ellos se condenan porque no hay nadie que rece ni que se sacrifique por ellos».